domingo, 17 de mayo de 2009

Feliz Día Maestr@s


De: Paulo Freire. Pedagogía de la Autonomía. Paz e Terra. Sao Paulo, 2004.

ENSEÑAR EXIGE COMPRENDER QUE LA EDUCACIÓN ES UNA FORMA DE INTERVENCIÓN
EN EL MUNDO
“No puedo ser profesor si no percibo cada vez mejor que mi práctica,
al no poder ser neutra, exige de mí una definición. Una toma de
posición. Decisión. Ruptura. Exige de mí escoger entre esto y aquello.
No puedo ser profesor en favor de quienquiera y en favor de no importa qué.
No puedo ser profesor en favor simplemente del Hombre o de la
Humanidad, frase de una vaguedad demasiado contrastante con lo
concreto de la práctica educativa.
Soy profesor en favor de la decencia contra la falta de pudor, en favor de la libertad contra el autoritarismo, de la autoridad contra el libertinaje, de la democracia contra la dictadura de derecha o de izquierda.
Soy profesor a favor de la lucha constante contra cualquier forma de discriminación, contra la dominación económica de los individuos o de las clases sociales.

Soy profesor contra el orden capitalista vigente que inventó esta
aberración; la miseria en la abundancia. Soy profesor en favor de la
esperanza que me anima a pesar de todo. Soy profesor contra el
desengaño que me consume y me inmoviliza.
Soy profesor en favor de la belleza de mi propia práctica, belleza que se pierde si no cuido del saber que debo enseñar, si no peleo por este saber, si no lucho por las condiciones materiales necesarias sin las cuales mi cuerpo, descuidado, corre el riesgo de debilitarse y de ya no ser el testimonio que debe ser de luchador pertinaz, que se cansa pero no desiste.
Belleza que se esfuma de mi práctica si, soberbio, arrogante
y desdeñoso con los alumnos, no me canso de admirarme.
De la misma manera en que no puedo ser profesor sin sentirme
capacitado para enseñar correctamente y bien los contenidos de mi
disciplina tampoco puedo, por otro lado, reducir mi práctica docente a
la mera enseñanza de esos contenidos. Ése es tan sólo un momento de mi actividad pedagógica. Tan importante como la enseñanza de los contenidos es mi testimonio ético al enseñarlos. Es la decencia con que lo hago. Es la preparación científica revelada sin arrogancia, al contrario, con humildad. Es el respeto nunca negado al educando, a su saber "hecho de experiencia" que busco superar junto con él.
Tan importante como la enseñanza de los contenidos es mi coherencia en el salón de clase. La coherencia entre lo que digo, lo que escribo y lo que hago”.

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